En la transición entre el siglo XX y el siglo XXI, cuando las guerras, el acoso imperial y la banalización de lo político eran soportados y enfrentados desde tradiciones teóricas y ejercicios políticos variados, se anunciaba la irrupción, ya en la década de los ochenta del siglo pasado, de un giro hobbesiano (Balibar, 2015, pág. 25). La frase hacía referencia a la obra de Thomas Hobbes (1588-1679) y contenía, como corolario, una invitación a reiniciar la lectura del pensador británico. Según la tesis de Balibar, el giro hacia Hobbes respondía a una situación en la que lo político debía ser pensado en un contexto que exigía preguntar qué exactamente, en qué ámbitos y cómo eran posibles los actos políticos. En este contexto, Hobbes puede ser recibido como el autor que piensa lo político como la regulación de una “violencia original” y, también, como quien somete a “represión policial” todo desorden en el ámbito civil. Esta perspectiva limita el pensamiento de Hobbes a una oposición fundamental, a saber, entre estado natural y estado civil y, en consecuencia, transforma la política en prácticas e instituciones dedicadas a la vigilancia y el castigo de “la naturaleza”. Quedan por fuera de lo político, entonces, las vidas de los cuerpos que componen el “dios mortal”. Así entendida la teoría hobbesiana tendría un único impulso y un único objetivo: reproducir y perfeccionar el mecanismo artificial que permite la captura de poder para el soberano. No obstante, señala Balibar, la monumental forma artificial imaginada por Hobbes tiene fisuras que son parte de su cuerpo. Es decir, un doble movimiento habita y desquicia lo político: por un lado, es la construcción de un sólido fundamento desde el que se levanta una edificación monolítica (el Estado y la ley) y, por otro lado, el “retorno de lo reprimido” del “hombre artificial”, de modo específico “las pasiones de la multitud” y, entre ellas, las pasiones exacerbadas por las creencias religiosas. Pero, más que esto, lo que retorna es lo natural, no entendido como violencia arcaica, sino como pasión por vivir que busca medios y contextos para desplegarse…
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